Lena y su hermano Lars sufren mucho por las peleas de sus padres, y les resulta difícil aceptar que han dejado de quererse. Subirse al tejado, escaparse de casa, vestirse de forma provocativa o sacar malas notas son formas de reclamar la atención de sus padres, tan concentrados en sus propios asuntos que no perciben su malestar. Lo que desean las dos es ser escuchadas y, sobre todo, que las tengan en cuenta a la hora de tomar decisiones importantes sobre su futuro.
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