La historia de Manuel Fernández Padín, arrepentido y testigo protegido de la “Operación Nécora” del Juez Baltasar Garzón, contada en primera persona.
“Me llamo Manuel Fernández Padín y nací el 24 de julio de 1959 en Vilanova de Arousa (Pontevedra). Mi generación tenía ganas de comerse el mundo, pero ni un euro en el bolsillo. La noche que me tomé tres tripis y varios cubalibres de batido de chocolate con coñac cavé mi tumba, mi destrucción como persona, y las consecuencias las tengo que pagar ya de por vida. Al igual que a mis amigos los acabó matando la heroína, la sobredosis o el SIDA, a mí me destrozó psíquicamente el LSD.
Durante una época trabajé vendiendo marisco para Melchor (hijo de Manuel Charlín Gama). Años más tarde me lo encontré de nuevo, dedicado a negocios más rentables, y decidí que me introduciría a toda costa en su Organización. De todas formas, lo que sé seguro es que si mis amistades no hubieran sido consumidoras de drogas, yo no habría vendido ni un gramo de droga”.
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