Rolando despierta varias horas después de su encuentro con Walter, en la playa. Allí es atacado por unos monstruos parecidos a las langostas -langostruosidades-. Uno de esos seres le arranca dos dedos de su mano derecha y le envenena. Rolando, herido y casi moribundo se desplaza al norte. Allí encuentra una puerta en la nada que reza:
EL PRISIONERO
El primero de los que debe invocar.
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