A las puertas del fin de siglo se acrecientan las zozobras sobre el destino de la humanidad. La explosión demográfica, la degradación del planeta, la nueva amenaza nuclear, la globalización de las crisis políticas y económicas con sus secuelas de violencia, guerras y hambrunas, y es sida son sin duda más contundentes que los peligros del primer milenio. La cercanía del tercer milenio coincide también con la pujanza de fundamentalismos y sectarismos.
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