Cuando caía la noche del 14 de abril de 1912, Edwina Winfield no podía dejar de pensar que la vida le sonreía: viajaba a bordo del mejor transatlántico de la historia en compañía de sus padres, que la adoraban, y de su prometido, el mejor y más ardiente enamorado que podía soñar.
De repente, su universo se vino abajo: el barco en que viajaba, el Titanic, chocó con un iceberg y se hundió. Con el se fueron a pique sus padres, su prometido, sus ilusiones de hija y esposa feliz. Y al regresar a casa tendría que hacerse cargo de sus cinco hermanos menores, una tarea para la que no tenía la menor preparación. Edwina, la joven rica y feliz, tenía que iniciarse en una nueva vida, más madura y responsable.
De repente, su universo se vino abajo: el barco en que viajaba, el Titanic, chocó con un iceberg y se hundió. Con el se fueron a pique sus padres, su prometido, sus ilusiones de hija y esposa feliz. Y al regresar a casa tendría que hacerse cargo de sus cinco hermanos menores, una tarea para la que no tenía la menor preparación. Edwina, la joven rica y feliz, tenía que iniciarse en una nueva vida, más madura y responsable.
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